Nació en Damasco, a finales del siglo VII, en el seno de una familia cristiana. Gran conocedor de la filosofía ingresó en el monasterio de San Sabas, próximo a Jerusalén, y fue ordenado sacerdote. Escribió numerosas obras teológicas, defendiendo la fe de modo especial contra los iconoclastas. Murió a mediados del siglo VIII
Como lo indica su propio nombre, San Juan nació en Damasco (hacia el año 675). Su padre ocupaba un puesto importante ante el califa Omeya, y aun él mismo intervino en la administración árabe antes de escuchar la llamada a la vida monástica (hacia el 710). Vino entonces a residir en el monasterio de San Sabas en el desierto de Judá. Allí permanecería hasta su muerte (hacia el 749). Juan, como monje y sacerdote, se consagró al estudio de la teología y a la predicación. A él se debe una Exposición de la fe ortodoxa, que ejerció un notable influjo tanto en Occidente como en Oriente. Pero su gran aportación consistió en la defensa que hizo del culto de los sagrados iconos contra los emperadores León Isáurico y Constantino V en sus tres Discursos apologéticos (726-730). De la obra oratoria del Damasceno hay que conservar, sobre todo, sus homilías sobre la Natividad y la Dormición de María, que le convierten en uno de los teólogos de la teología mariana, en especial de la Asunción: «Como Madre del Dios vivo--dice--es justo que María fuese llevada junto a él». Finalmente, además de teólogo era poeta, y la liturgia bizantina recoge sus composiciones en todas las grandes fiestas del año. Si cl monje de San Sabas sobresalió en dominios tan diversos fue porque estaba excepcionalmente bien dotado, pero también porque su pensamiento, transfigurado, se nutría de la contemplación del misterio de la Encarnación.
Texto: Archidiócesis de Madrid