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miércoles, 7 de abril de 2010

SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE,

Nació el 1651 en Reims, sus padres se llamaron Luis y Nicolette. Él fue el primogénito de siete hermanos. Su padre fue un alto dignatario y muy buen cristiano, pero quien mayor impronta dejó en su alma fue, sin duda alguna, su santa madre. Desde muy niño sintió inclinación hacia el sacerdocio cosa que no obstaculizaron sus cristianos padres, más aún, lo vieron como una gracia que el Señor derramaba sobre su familia. Cursando todavía sus estudios en el Seminario de San Sulpicio, cuando no contaba más que quince años, el día 17 de enero de 1667, fue nombrado canónigo de la catedral de Reims. Hubo una gran fiesta. Desde ahora un jovencito bien apuesto se sentaría en el coro entre los ya maduros Monseñores para cantar las alabanzas al Señor. Sus rezos corales los alterna con sus estudios a los que se entrega de lleno para su más digna formación sacerdotal. Todo iba viento en popa cuando llegó la primera y más dura prueba que mucho le ayudará a madurar en el sacrificio y disciplina. En poco tiempo mueren su padre y su madre, y él, como hermano mayor, se ve obligado a abandonar su vida de seminario y volver al hogar familiar para tomar las riendas de la casa. Durante este tiempo se entrega totalmente al servicio de sus hermanos y a la custodia del patrimonio familiar. Es modelo para todos. Todos le obedecen y siguen sus orientaciones. Aquello marcha bien. El fruto más copioso será que la mitad de sus hermanos abrazarán la vida religiosa como él, arrastrados, sin duda, por su ejemplo. El joven canónigo de veintiocho años que, en 1679, abría en su pueblo una escuela para los niños pobres, llevaba a cabo una obra de innovador. Sin duda que la Iglesia no había esperado a que él llegara para dar una doctrina al pueblo, mas Juan Bautista de La Salle es quien pensó primero en Francia en ofrecer a los hijos del pueblo una enseñanza popular y no una simple copia de las humanidades grecolatinas. Así, después de haber abierto unas escuelas en Reims, fue preciso pensar en continuar la tarea, primero en París (1688) y luego en Rouen (1705) y otras ciudades. Semejante obra suponía que los mismos maestros fueran formados a su vez en la escuela de Cristo. Renunciando a todos sus bienes, Juan Bautista de La Salle ideó, de conformidad con esa iniciativa, formar una agrupación: los Hermanos de las Escuelas Cristianas (1684). El fundador llevará una vida cada vez más austera, más penitente y con mayor oración, aplicándose ante todo a la paciencia y al amor. Mas la cruz más pesada que hubo de soportar, al correr de los años, le vino de sus propios hermanos. No se le escatimaron calumnias y defecciones. Pero supo sufrirlo todo en el silencio de Jesús en su pasión. Murió en Rouen el Viernes Santo, 7 DE ABRIL de 1719. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas son hoy en la Iglesia una de las Congregaciones religiosas que más trabajan en el campo de la educación de la juventud, y asimismo se cuenta entre las más numerosas. Este fue el fruto más sazonado de Juan Bautista de La Salle. Desde siempre fue el "Dejad que los niños vengan a Mí", de Jesús, lo que llenaba el corazón de nuestro Santo.