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sábado, 10 de abril de 2010

SAN MACARIO, obispo

macarion.jpg (10583 bytes)Dice el  Martirologio Romano,  "En Antioquía  San Macario, célebre por sus milagros y virtudes".
Nació en Armenia a mediados del siglo X de padres bien acomodados y buenos cristianos. Llevaban varios años sin tener descendencia a pesar de que con tanta insistencia se lo pedían al Señor cuando vino a alegrar aquel hogar este niño con quien tanto la gracia como la naturaleza fueron muy pródigas. Dicen sus biógrafos que era bondadoso, inteligente, agradecido, sencillo y humilde, trabajador y hombre de una profundísima fe. Para dar un significado a aquel hijo, durante tanto tiempo esperado, sus padres al bautizarle le pusieron por nombre Macario que en griego significa " bienvenido " .
Pronto aquellos buenos padres empezaron la gran obra de su educación en las virtudes humanas y espirituales. Ellos conocían muy bien que la educación de los hijos es la misión más sagrada de los padres y que ésta debe empezar antes ya de que tengan uso de razón...
Buena palestra la que encontró en los suyos el niño Macario. Cuando ya fue mayorcito fue enviado al lado del arzobispo de Antioquía que era su tío. A su vera fueron perfeccionándose aquellos tesoros que ya heredó y cultivaron sus padres. Llamaba la atención de cuantos le contemplaban por sus cualidades que raramente se dan cita tantas y de modo tan extraordinario en una sola persona.
Todos vieron tan natural que un día dijera a los suyos que el Señor le llamaba al sacerdocio y que no quería defraudarle. Tanto sus padres como su tío y demás familiares vieron la mano de Dios en aquella vocación... Trató en el seminario de crecer de día en día en sabiduría y santidad... El arzobispo de Antioquía se sentía viejo y achacoso... Debía ir pensando en un sucesor suyo. Y así fue. Cierto día llamó a los feligreses y les dijo con lágrimas en los ojos "que estaba para partir de este mundo, pero que les recomendaba a su sucesor, que era"... Cuando sus palabras llegaron aquí un gran griterío se levantó entre la muchedumbre que repetía el nombre de Macario, a pesar de su corta edad. Hasta tal punto fueron los gritos que no se llegaron a oír las palabras del ya casi moribundo arzobispo... El deseo del arzobispo era claro. El del pueblo también, pero no así el del candidato que puso cuantas dificultades pudo para evitar esta dignidad y seria responsabilidad... Al fin tuvo que aceptar.
Una vez sentado en aquella ilustre silla arzobispal, se entregó de lleno al cuidado de las almas y de los cuerpos de todos sus feligreses. Era un verdadero padre para todos. A todas partes llegaba su acción caritativa y apostólica. Era, según el lema de muchos santos "suave con los demás y duro consigo mismo". Llevaba una vida muy mortificada y entregada a la oración y servicio de caridad olvidándose de sí mismo. Sobre todo era débil con los leprosos que abundaban en su tiempo y eran sus preferidos. El Señor le dio el poder de obrar milagros que lo hacía en abundancia, pero la mayor parte fueron para devolver la salud a los afectados por esta terrible enfermedad.
Lleno de humildad y con ardientes deseos de una mayor entrega al Señor, renunció al arzobispado y a cuanto tenía y se convirtió en celoso misionero ambulante. Recorrió muchas naciones y países, derramando el Señor gracias por su medio. Los milagros, sobre todo de curaciones portentosas, le seguían por todas partes. Donde sabía que había una necesidad, allí se dirigía Macario para tratar de ayudarla; consolar al triste, dar comida al hambriento, curar al enfermo... era su delicia y su única misión. Atendía a los apestados, defendía a los maltratados, se ofrecía por ellos... Por fin encontró al Señor en Gante el 10 DE ABRIL de 1012