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sábado, 19 de junio de 2010

SAN ROMUALDO S. X

San Benito se dirige en su Regla a aquel que «verdaderamente busca a Dios».
Romualdo hizo de este consejo la guía de su vida. Hijo de Sergio, duque de Rávena, había nacido en una ilustre ciudad a mediados del siglo X. Después de una juventud disipada, escuchó la llamada del Señor, que se confundió en su caso con la llamada a la vida eremítica.
Desde Classe a Venecia, y más tarde de Venecia a Cuxa (Francia) en donde acompañó al dux Pedro Orséolo al renunciar éste al mundo (978); de Cuxa a diversos lugares de Italia... edificaba su ermita cerca de alguna abadía, para llevar allí una vida solitaria cantando el Oficio junto con los monjes. Pudo dar cumplimiento de un modo estable a su proyecto en Val del Castro y más tarde en Camaldoli en los Apeninos. La Orden de los monjes ermitaños Camaldulenses tenía la novedad de ofrecer a quien buscaba a Dios la opción de tres tipos de vida consagrada: la observancia común de los monjes benedictinos, la vida de eremita asociada a la alabanza de las Horas en común y la soledad total de los enclaustrado!.
La vida de Romualdo durante más de treinta años fue prodigio de penitencia, de oración y de milagros. Eran muchos los que deseaban seguir a su lado y recibir su orientación.
Alguien ha dicho que lo que fue la Orden de Cluny para Francia fue la Camáldula - fundada por San Romualdo - para Italia. Se le puede apellidar como el gran reformador del monacato, gran cenobita, anacoreta y fogoso predicador de la doctrina de Jesucristo.
Moraba Romualdo en Val del Castro cuando sintió próximo su fin. Pidió a sus hermanos que le dejaran a solas con Dios, y, en su soledad tan querida, partió al Señor (1027).


Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo