
Recibió la consagración episcopal en San Pedro el 3 de septiembre del 590. Hasta su muerte (12 de marzo del 604), el papa Gregorio Magno iba a llevar a cabo una considerable tarea. Como pastor de un pueblo saturado de desgracias, hubo de procurarle alimento, tanto de pan como de la palabra de Dios. De cara a un mundo nuevo, entró en contacto con los bárbaros: envió misioneros a Inglaterra.
Esto supuso una amplia correspondencia, Comentarios de la Escritura, Homilías escritas con cuidado para que fueran leídas por algún clérigo - pues Gregorio estaba habitualmente tan alcanzado de salud que apenas podía hacerse entender por el pueblo -. Así fue la vida del «cónsul de Dios», como le llama su epitafio de la basílica vaticana. La posteridad ha rodeado la obra de Gregorio de una veneración tal que el compendio de oraciones litúrgicas que él compuso se ha conservado prácticamente hasta nuestros días como el Misal romano.
San Gregorio el Grande era un agudo observador de la naturaleza humana. ¿Quién no reconoce la verdad contenida en la afirmación: «Quienes tropiezan en terreno llano, deberían evitar acercarse a un precipicio»? O la claridad de recordar a la gente que es más fácil abandonar las posesiones que cambiar nuestro corazón, pues «renunciar a lo que uno tiene no es sino algo menor, pero renunciar a lo que uno es, eso es mucho pedir».
Recientemente, el nombre de Gregorio ha vuelto a ser conocido popularmente de nuevo por la edición de una grabación de canto gregoriano interpretado por unos monjes españoles que fue éxito de ventas. Irónicamente, aunque sabemos que San Gregorio reformó la liturgia de la Iglesia durante su reinado como papa, no estamos seguros de hasta dónde es realmente responsable de la reforma de la música que porta su nombre.
No obstante, el canto gregoriano ha vuelto, tras haber sido relegado a oscuros monasterios por varios cientos de años. El renovado atractivo de esta música de siglos de existencia ha asombrado a los expertos de la industria. (¡Lo que no les ha impedido sacar buen provecho de ello!) ¿Qué tiene el canto que puede atraer incluso a una audiencia moderna educada en el rock and roll?.
La respuesta puede residir en el canto mismo. El canto gregoriano es una forma de canto sagrado que puede tener sus raíces en la música antigua de las sinagogas judías. Cuando se ejecuta correctamente, es cantado sin acompañamiento. El canto gregoriano no es el único tipo de canto (el ambrosiano, por ejemplo, es otro), pero sí el más conocido. Una vez que hayas oído el canto, nunca lo olvidarás. Y lo amarás o lo odiarás.
OTROS SANTOS: Santa María Madre del Buen Pastor; Sandalio; Simeón Estilita el Joven; Basilisa, Serapio, Eufemia, Dorotea, Tecla, Erasma, vírgenes; Aristeo, obispo; Antonino, Alguito, abad; Zenón, Caritón, mártires; Mansueto, Auxano, obispos; Febes.
