viernes, 2 de abril de 2010

SAN FRANCISCO DE PAULA,



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Calabria ha sido siempre tierra de contacto entre el mundo latino y el mundo griego. Francisco podía hallar en los alrededores de Paula en donde había nacido. El matrimonio Santiago y Viena eran buenos y pobres, pero con la pena de no tener hijos. Por fin, después de tanta espera y tanta súplica al cielo llegó, lleno de alborozo, el primogénito, a quien, en agradecimiento a San Francisco de Asís, le pusieron su mismo nombre.
En compañía de sus padres realizó algunas peregrinaciones a diversos lugares santificados por la presencia de almas santas. El que más hondo caló en su corazón fue el de Monte Casino donde están todavía claras las huellas de aquel joven que se retiró a la soledad a los sólo catorce años. Francisco sintió ansias irresistibles de poderle imitar. También él amaba la soledad como medio para entregarse al Señor sin los estorbos de los halagos del mundo.
Pidió permiso a sus padres, y, a los catorce años, se retiró a una cueva no lejana de Paula,  junto a Cosenza, y más tarde a un lugar aún más solitario. Pero lo que no pudieron prever fue el fervor con el que se entregarla tanto a la penitencia como a la oración; así como la fama que rápidamente adquirirla su santidad.Casi sin darse cuenta se multiplican los discípulos que quieren seguir sus huellas, imitar su vida. Los milagros hacen que acudan en tropel mucha gente para solicitar la ayuda del cielo.  Como antaño en Egipto y Siria, las multitudes se llegaban al hombre de Dios, de quien se re ferian milagros. De ahí que se le unieran varios discípulos.
Así nació una nueva familia religiosa, la de los Ermitaños de Paula (1474), que se convertiría en la Orden dc los Mínimos (1493). Construye un Monasterio, y otro, y otro...
El Papa Sixto IV aprueba su Orden con el nombre de Ermitaños de Calabria y nombra a Francisco de Paula superior general perpetuo por una Bula del 23 de mayo de 1474. Su fama se extiende por todas partes.  hasta que le llaman de Sicilia. Debe embarcar y no dispone de medios para pagar la barca. ¿Qué hacer? Arroja el manto pardo sobre las olas, se coloca sobre él, y, haciendo de vela, atraviesa el estrecho ante el asombro de la multitud que le contempla.
La resonancia de las maravillas obradas por el santo calabrés llegó hasta Roma, en donde el papa Pablo II quiso verle (1467). Más tarde, Sixto IV le envió como legado ante el rey de Francia Luis Xl (1482). Francisco fijó su residencia en Plesis-les-Tours, en donde moraba el rey, y nuevamente los ermitaños vinieron a someterse a su disciplina.
Lleno de méritos y viendo ya su obra consolidada, el 2
DE ABRIL de 1507, Viernes Santo, expiraba con noventa y un años de edad, y un gran renombre taumatúrgico y penitencial.. Seis años después el Papa León X lo beatificaba.