martes, 24 de agosto de 2010

SAN BARTOLOME SIGLO I

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San Bartolomé es uno de los Doce. En las relaciones del elenco apostólico, los Evangelios lo nombran detrás de Felipe (Mc. 3,18). De ahí que se haya pensado que se le podía identificar con Natanael, a quien Felipe llevó hasta Jesús, luego de haber encontrado él mismo al Maestro galileo en la ribera del jordán (Jn 1, 45). Bartolomé pertenecería, según eso, como Felipe, al grupo de los llamados en primer lugar: Juan, Andrés y Pedro. Sería, como ellos, de Betsaida, y asimismo, al igual que ellos, pescador del lago de Genesaret. La liturgia acepta semejante identificación. En el Evangelio se lee el relato del encuentro de Jesús y Natanael, después de haber suplicado a Dios en la colecta que «fortifique en nosotros aquella fe con la que San Bartolomé se entregó sinceramente a Cristo», alusión evidente a la expresión de Jesús: «He aquí un verdadero israelita, un hombre que no sabe mentir». La escena permite adivinar en Natanael a un hombre recto y espontáneo, presto a entregarse sin reservas al quedar deslumbrado por Aquel que, tan sólo unos instantes antes, le era aún desconocido. Nada sabemos con certeza sobre la actividad apostólica de Bartolomé después de Pentecostés. Según unos, estuvo en la India, en Etiopía y en la Arabia Feliz, según otros murió mártir en Armenia desollado vivo. Así lo refiere la tradición y así lo pintó Ribera en su patético cuadro, y por eso es patrono de carniceros y curtidores. Claudel enfatiza poéticamente: «Se le ha sacado de su vaina como un sable, apóstol verdaderamente desnudo, no tienes ya piel ni rostro, nadie sabe quién eres, pero El no te ha olvidado y te reconoce».
Mejor será quedarnos con lo esencial: la profesión de fe de Natanael: «¡Rabbi, tú eres el Hijo de Dios!, ¡tú eres el Rey de Israel».
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SANTA JUANA ANTIDA THOURET 1765-1926
juanaantidan.jpg (16466 bytes)Es santo mostrarse modesto acerca de nuestros logros, pero un exceso de modestia puede ser un fallo tan grande como muy poca. Cuando Santa Juana Antida Thouret fue preguntada por la encargada de las novicias del convento al que se unía lo que podía hacer, Santa Juana dijo: «Nada.» La encargada de las novicias replicó: «Siempre estás diciendo que no puedes hacer nada; debes decir que puedes hacerlo todo, pues haces bien todo lo que se te encomienda. »
Como se trata de un santa, es probable que Juana Antida Thouret estuviera siendo honesta al no alegar ningún talento especial, pero a veces puede suceder que si no nos damos crédito a nosotros mismos no sea porque creamos que no merecemos alabanza alguna, sino porque estemos secretamente anhelando elogios. Aunque no haya nada de malo en querer oír que hemos hecho un buen trabajo, presentarnos de tal manera que podamos parecer humildes al tiempo que somos alabados resulta engañoso. Es mucho mejor aceptar sinceramente la alabanza original con un «gracias» simple y sincero, que practicar la falsa modestia bajo el disfraz del autodesprecio.
Aunque necesitemos concedernos crédito por nuestras capacidades, necesitamos también reconocer nuestros fallos. Cuando adoptamos un punto de vista negativo de nuestros talentos y capacidades, destruimos nuestro sentido de autoestima. Podemos también ser culpables de una sobrestima. Si constantemente estamos alardeando, corremos el riesgo de volvernos egocéntricos y egoístas. Los santos nos recuerdan hacer nuestras tareas lo mejor que sepamos y dejar que los cumplidos y las críticas sigan su camino.

OTROS SANTOS: Ntra. Sra. Salud de los Enfermos; Jorge Limniota, monje, Tación, mártires; Tolomeo, Román, Audoneo, obispos; Aurea, virgen; Eutiquio, discípulo de San Juan Apóstol; Patricio, abad; Emilia Vialar fundadora.