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sábado, 21 de agosto de 2010

SAN PIO X 1835-1914


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La vida de San Pío X parece tomada de la Leyenda áurea. Desde el pueblecillo de Riese, junto a los Alpes que se veían desde la ventana de su casa natal, hasta el obispado de Mantua (1884), el palacio patriarcal de Venecia (1893) y el Vaticano (1903), da la impresión de que José Sarto hubiera seguido siempre un camino sin asperezas, como aquel que, siendo escolar hacía al dirigirse a Castelfranco, con sus zapatos colgados a la espalda. Y, sin embargo, esta vida estuvo gravada con una cruz cada vez más pesada: la de los cargos eclesiásticos y los honores que ellos suponían. José Sarto era a la vez humilde y fuerte. Humilde de corazón, hubiera preferido seguir toda su vida como párroco de Salzano o como director espiritual del seminario de Treviso; mas, fuerte con la fortaleza de Dios, aceptó el episcopado y más tarde la Cátedra de Pedro «como una cruz», según sus propios términos. Semejante aceptación constituye el acto de amor más elevado llevado a cabo por Pío X en el camino de la santidad. De la cruz que dejó que se adentrara en su vida procederá el vigor con que defenderá el depósito revelado y la independencia de la Iglesia, el fervor en su trabajo por «instaurar todas las cosas en Cristo» y por hacer que el pueblo participara en la liturgia, «fuente primera e indispensable del auténtico espíritu cristiano», cantando y participando con frecuencia del cuerpo de Cristo, y la dulzura para con los humildes que caracterizará su actuación pastoral.
De origen humilde, su padre Juan bautista, sencillo alguacil de Riese (Treviso, Italia) y Margarita Sansón, ama de casa. El Señor bendijo aquel hogar con diez hijos, de los cuales ocho llegaron a ser mayores. A nuestro protagonista se le impuso en el bautismo el nombre de José. Llamó la atención desde niño por su inteligencia, bondad y amor a todo lo que se refería a cosas del Señor. Quedó huérfano de padre muy niño. La mamá Margarita suplirá muy bien aquella carencia y sabrá plasmar en el corazón de Beppi toda la gama de virtudes cristianas que el día de mañana darán su fruto bien sazonado. Al ser canonizado en 1954, el Papa Pío XII decía de él: "Pío Papa X, pobre y rico, suave y humilde, de corazón fuerte, luchador por los derechos de la Iglesia, esforzado en el empeño de restaurar en Cristo todas las cosas". Buen resumen de su preciosa y larga vida.
D. Tito Fusarini era el párroco de Riese. Pronto caló en el alma grande del pequeño Beppi como todos le llamaban cariñosamente. Viendo que ésta era su vocación le envió al Seminario y ayudó a pagar su carrera sacerdotal. En el archivo del seminario de Padua se conservan las notas de aquellos años y dicen de él: "Discípulo irreprochable. Inteligencia superior. Memoria excelente. Ofrece toda esperanza". No se equivocaron. Era todo un presagio...
Subió todos los escalones hasta llegar al sacerdocio. Este don le llegó el 18 de septiembre de 1858.
La Divina Providencia guió los pasos de D. Beppi de un modo maravilloso. Estaban marcados de nueve en nueve sus destinos: como coadjutor, como arcipreste, como canónigo, como obispo, como cardenal... Cuando llegaba el noveno aniversario ya sabía él que debía... cambiar de cargo. Siempre ascenso. Sólo como Papa fue dos años más.
Al morir el Papa León XIII en el aula de Consistorio alguien votó al Cardenal Sarto de Venecia. Y él: "Estos Padres me toman el pelo". Un cardenal francés le pregunta si sabe o no su idioma. Al contestarle que no, le dice: "Pues no es papable". Y Sarto: "Demos gracias a Dios". Pero a la séptima votación fue elegido. Se resistía, mas al ver que era la voluntad de Dios manifestada por los votos de los Cardenales, aceptó. Fue un gran Papa: El Papa de la Eucaristía, el Papa de los niños, el Papa de la Virgen, el Papa de los pobres. Aceptó el Papado "como una cruz" y de veras que lo fue para él.
Fomentó la lectura de las Escrituras. De hecho, animaba a la lectura diaria de la Biblia como parte de su lema: «Renovad todas las cosas en Cristo.» Para promover una lectura más regular de las Escrituras, puso en marcha una comisión que revisase y corrigiese el texto oficial de la Biblia utilizado por la Iglesia, además de establecer el Instituto Bíblico de estudio de las Escrituras.
Hacerse al hábito de leer obras espirituales elevadoras como la Biblia, requiere preparación, disciplina y regularidad. En primer lugar, hemos de preparar nuestras mentes y nuestros corazones. En segundo lugar, hemos de ser disciplinados. Lo más fácil es que pasemos de todo tipo de ejercicios, y la lectura espiritual es decididamente un ejercicio mental.
Poco antes de morir estalló la primera guerra mundial, a pesar de que trabajó cuanto pudo para evitarla.
Nací pobre y quiero morir pobre". Era el 20 de agosto de 1914 cuando volaba al cielo, llorado por toda la cristiandad

OTROS SANTOS: Ciselo, Ciriaca, Anastasio, Luxorio, Bonoso, Ciriaco, Camerino, Bonono, Maximiano, Basa, Paterno, Teogonio, Agapito, Fidel, mártires; Privado, obispo; Balduino, Tolomeo, abades; Eupropio, Cuadrato, Sidonio, obispos;