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miércoles, 1 de septiembre de 2010

JOSUÉ Y GEDEÓN A. T. y otros

gedeonn.jpg (21059 bytes)Son dos caudillos que consiguen grandes triunfos para el Pueblo de Dios. Josué, el varón casto según las Escrituras, acumula prodigios victoriosos gracias a la ayuda del Altísimo; Gedeón, juez de Israel, es el vencedor de los madianitas, no de una manera inexplicable, pero sí paradójica y significativa. En ambos casos las batallas las gana Dios, los hombres sólo contribuyen con su fe, a la que secunda el esfuerzo.
Josué derriba las murallas de Jericó con cánticos y detiene el curso del sol para que los suyos puedan imponerse al enemigo. No se le pide pasividad, pero sí entrega absoluta al misterio, colaborar sabiendo que no es él el vencedor. Hay que dar vueltas a la ciudad cantando, hay que librar la batalla, pero es Dios quien hace el prodigio.
La historia de Gedeón es aún más asombrosa. "Es demasiada la gente que tienes contigo para que Yo entregue en tus manos a Madián, y se gloríe luego Israel contra mí diciendo: Ha sido mi mano la que me ha librado". A Yavé le sobran tropas porque quiere evitar este equívoco, y da todas las facilidades para que los combatientes abandonen, los selecciona hasta quedarse sólo con trescientos soldados, de los treinta y dos mil que eran al principio.
Así no cabe duda de quién gana la batalla. El Dios de Israel se ríe de las estadísticas, escarnece el cálculo de probabilidades, pisotea la lógica, no cree en el número, en la cantidad tranquilizadora, sino en la calidad, en la fe de las almas. Quizás en el número, en lo cifrable haya siempre una tentación diabólica, la de la seguridad humana.
¿Cuántas divisiones tiene el Papa?, la pregunta se atribuye a Stalin, pregunta diabólica y en el fondo necia, como todo lo diabólico.
giln.jpg (14642 bytes)SAN GIL
Nació en el Bierzo en el siglo XII. Monje en Carracedo y abad de San Martín de Castañeda. Procurando una mayor perfección, se retiró al priorato de Casaio, en provincia de Ourense (España), de la diócesis de Astorga. En la soledad de aquellas montañas se santificó y, después de su fallecimiento, las gentes de los alrededores comenzaron a buscar su protección, extendiéndose enseguida la devoción por las tierras de Valdeorras y otros lugares de Galicia. En el año 1746 el papa Benedicto XIV concedió indulgencias a quienes visitasen la capilla de san Gil e hiciesen en ella oración.
Otro San Gil o también Egidio. Se supone que era de origen griego y que tras una peregrinación a Roma, se dirigió al mediodía de Francia, al valle del Ródano, donde en Arles se hizo religioso; posteriormente se retiró a un bosque no lejos de Nimes, y allí vivió como ermitaño hasta fundar un monasterio, hoy Saint-Giles-du-Gard, famosa etapa en los caminos de Santiago y de Roma, del que fue abad.
Imposible saber lo que hay de cierto en esta historia que Leyenda Dorada adornó infinitamente en la Baja Edad Media, cuando san Gil era uno de los santos más populares, de toda Europa (llevaban su nombre muchas iglesias Francia--sobre todo en el sur, ya que, como se ha visto, es un provenzal de adopción--, de España y de Italia, pero también de Austria, incluso de Inglaterra y Escocia la misma catedral de Edimburgo--y en la Cracovia polaca).
Los hechos que se le atribuyen son de una delicada belleza, como el tradicional relato de la cierva perseguida por, cazadores y a la que protege a costa de ser herido él mismo, o el de los tres lirios que florecen en un yermo, disipando sus dudas acerca de la virginidad perpetua de María.
Pero hay más. San Gil, según se creyó, era el único santo a quien podía invocarse con la certeza de que los pecados se perdonaban, siempre que el pecador se arrepintiese y viera propósito de enmienda (Trento se alarmó ante tan singular prerrogativa que parecía declarar prescindible la confesión oral).
No hay que exagerar, pero san Gil es un santo tan comprensivo, tan cristiano en su misericordia, que pueden expresarse ciertas derivaciones de su culto. Es el abogado de los pecadores, casi nada, y se le invocaba contra el miedo, se puede pedir más. Las madres solicitaban su ayuda los terrores nocturnos y pesadillas de sus hijos
SAN ARTURO S. XIII
Mártir de la orden de padres trinitarios. Nace en Irlanda en el siglo XIII; fue quemado vivo en Babilonia en odio a la fe, junto con sus compañeros patricio y Ferganánimo el día 1 de septiembre de 1282, en que se celebra su fiesta. Hay que advertir que la existencia de este santo no se menciona en el martirologio romano, ni en las colecciones hagiogáficas de los bolandistas. Los datos consignados están sacados de las crónicas de la orden de trinitarios del monasterio de Cef-Froid.
SAN IGNACIO CLEMENTE DELGADO, Y CEBRIAN-MELUS (+1838), Y COMPAÑEROS MÁRTIRES DEL VIETNAN
martiresvietnam.jpg (16903 bytes)Juan Pablo II. En un solo día, el 19 de junio de 1988, el Papa canonizó a 117 mártires que habían derramado su sangre por Cristo, en diversos momentos, en Conchinchina, Annalll y Tonkíll, hoy Vietnam del Norte. Era hasta ahora la canonización más numerosa. El Papa pedía que estos Santos fueran semillas fecundas de nuevas y numerosas vocaciones misioneras.
Entre los 117 mártires había 11 españoles y un grupo de franceses, junto con una gran mayoría de nativos. Había obispos, sacerdotes seculares, religiosos dominicos, miembros de la fraternidad laical dominicana, catequistas, un seminarista y numerosos laicos de todas las clases sociales. Todos murieron víctimas de horrendos suplicios, de hambre, sed, asfixia, torturas, insultos y burlas. Todos murieron amando y perdonando.
Entre los 11 españoles -todos de la familia dominicana - había 6 obispos. Estos son los nombres de los nuevos Santos: Mateo, Francisco, Jacinto, José, Domingo, Jerónimo, José María, Melchor, Pedro, Valentín e Ignacio Clemente.
San Ignacio Clemente Delgado y Cebrían-Melús. Al no poder entretenernos en los 11, damos unos breves datos de la vida de Ignacio Clemente, por razones que esperamos comprenda el generoso lector.
Ignacio Clemente nació en Villafeliche (Zaragoza) el 1762. Sus padres se llamaban Francisco Delgado y Teresa Cebrián-Melús. De ellos y de un tío sacerdote recibió desde niño una esmerada educación cristiana.
Profesó en los Dominicos de Calatayud y se ofreció para ir al Extremo Oriente. Ya no volvería más. Casi un año duró la azarosa travesía, por el Atlántico, México y el Pacífico. Ordenado Sacerdote en Filipinas, es nombrado obispo por Pío VI, a sus 31 años, en 1794, para el Tonkín Oriental.
Entre terribles dificultades y persecuciones, durante casi medio siglo de entrega misionera, se hizo todo para todos, con frutos abundantes de conversiones, consiguiendo también muchas vocaciones nativa. Traicionado y encarcelado, "a gusto daré mi vida por Cristo" exclamó. Fue enjaulado y expuesto al ardor del calor insoportable, hasta desfallecer y morir el 12 de Julio de 1838. "Todo lo soportó con increíble paciencia", dijo Gregorio XVI.


OTROS SANTOS: Nª. Sª. de los Ángeles del Puig; Ntra. Sra. de la Cinta, Ntra. Sra. de la Fontcalda; Donato, Félix, y hermanos; Terenciano, obispo; Ammón, diácono; Leto, Régulo, Prisco, Vicente, mártires; Ana, profetisa; Victorio, Constancio, Lupo, Sixto, obispos; Verena, virgen; Teresa Margarita Redi; Beatos Tomás y Juan Felton; Beata Juana de Florencia.