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martes, 21 de septiembre de 2010

SAN MATEO SIGLO I

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San Mateo es una figura familiar entre los Apóstoles. Su evangelio es el que, gracias a sus referencias constantes a las profecías mesiánicas, da mayor luz sobre la continuidad de las dos Alianzas. Además, su misma vocación constituye uno de los episodios más populares de la vida de Jesús, en razón de la personalidad del llamado - un recaudador de impuestos- y de la revelación del amor salvífico que corona el relato. Mateo es llamado por Marcos y Lucas con su nombre judío de Leví, y Marcos precisa que era «hijo de Alfeo» (Mc. 2, 14). En razón de su profesión, los judíos de la estricta observancia le dejaban al margen de sus relaciones, puesto que pesaba sobre él un entredicho religioso. Por lo mismo, no deja de llamar la atención tanto la llamada de Jesús como la generosidad de la respuesta de Mateo: al punto se levanta y «lo abandona todo» (Lc. 5, 28). Tras esto, el banquete de la amistad, en el que el publicano convertido en apóstol reúne en torno a su mesa, junto con Jesús, a sus amigos antiguos y nuevos, en cuya ocasión se deja oír la voz del Señor: «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
Mateo, además de apóstol, es evangelista. Su Evangelio, posterior al de Marcos, sigue el mismo esquema que Marcos. Pero inserta también gran cantidad de material nuevo, la mitad de su Evangelio. El amable recaudador supo ahora recoger con cariño y precisión las palabras de Jesús. Antes de alejarse, como los demás apóstoles, a predicar el Evangelio, quiso dejarnos escrito lo que él había visto y oído al Maestro.
Mateo escribió en arameo, la lengua de Jesús. Hoy sólo tenemos la traducción griega, pero aparece en muchos detalles su origen semita, como cuando habla de las tradiciones mosaicas y del templo donde se paga la menta y el comino, de las filacterias, del gusto de los escribas por llamarse Rabbí, y por las palabras arameas raca córbona, gábbata y otras.
Escribiría su Evangelio unos quince años después de la muerte de Jesús. Como Marcos y Lucas, reproduce en su Evangelio la enseñanza apostólica que durante tres lustros han predicado los apóstoles acerca de Jesús.
Mateo dirige su Evangelio a los israelitas convertidos. Por eso presenta a Jesús como el Mesías anunciando en el Antiguo Testamento, en el que se cumplen las profecías. Es el que ha conservado más palabras de Jesús. Utiliza mucho la expresión "reino de Dios o reino de los cielos" y presenta a la Iglesia como poseedora de los privilegios que tenía Israel .
Según los Bolandistas, San Mateo se trasladó a Etiopía a predicar el Evangelio. Realizó muchos milagros y se convirtieron al cristianismo la familia real, la corte y el pueblo. Probablemente predicó también en Persia. Según una tradición muy antigua, murió martirizado un 21 de septiembre. Su cuerpo fue trasladado a Salerno por orden del Gregorio  VII

JONÁS S.  A. T.
jonasn.jpg (16955 bytes)Este profeta, el quinto de los llamados menores, cautiva nuestra imaginación por un célebre episodio, el de aquel pez gigantesco que se lo traga para vomitarlo al cabo de unos días. Historia impresionante en la que se suele ver un símbolo del Cristo resucitado, pero dejando de lado la ballena, Jonás mantiene unas relaciones con Dios en las que nos reconocemos no sin bochorno.
El Señor empieza por ordenarle que vaya a predicar a Nínive, anunciando a «la gran metrópoli» que si no hace penitencia será destruida. Reacción del profeta: huir lo más lejos posible, a Tarsis, es decir, Tartesos, en España, el fin del mundo. No es ningún héroe y tampoco se caracteriza por la obediencia.
Pero Dios no le pierde de vista, su barco está a punto de naufragar, interviene el cetáceo, y una vez en tierra firme se renueva el mandato: «Levántate, ve a Nínive y échale el pregón que yo te digo». Jonás, escarmentado, lo hace así, y lo hace tan bien que los ninivitas se arrepienten.
Entonces el incorregible profeta se enfada, acusando al Señor de «arrepentirse de sus amenazas». Tanto esfuerzo y peligros para que todo acabe bien, ¿por qué Dios no aniquila a la ciudad pecadora? Está visto que Yavé no es serio ni consecuente, le parece muy mal verle compasivo y misericordioso.
El enfurruñado Jonás está a la sombra de un ricino que le libra de la insolación, y he ahí que el ricino se seca, con lo cual vuelve a airearse. ¿Te apiadas del ricino y no de Nínive, con ciento veinte mil hombres? es la pregunta del Cielo. (El ricino le daba sombra y Nínive era un engorro, no hay que olvidarlo.) No se nos dice si Jonás aprendió la lección, lo que sí es seguro es que nosotros aún no la hemos aprendido.

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SAN MELECIO 381
melecio.jpg (2023 bytes)Existe un viejo dicho: atraes más moscas con la miel que con el vinagre. Aunque uno pueda preguntarse por qué alguien podría querer atraer moscas, es cierto que la miel constituye un mejor atractivo que el vinagre. Similarmente, una disposición amable hace más amigos que una abrasiva.
San Melecio nació de una familia distinguida de Armenia Menor en el siglo cuarto. Pese a verse profundamente envuelto en controversias sobre la doctrina, «su amable disposición le ganó la estima tanto de católicos como de arrianos». Aparentemente San Melecio domina el difícil arte de estar en desacuerdo sin ser desagradable.
No todo desacuerdo acaba en acuerdo, por supuesto. San Melecio tuvo a menudo tanto a católicos como a arrianos en su contra pero como expresa otro viejo dicho: no puedes agradar a todo el mundo en todo momento. Puedes, sin embargo, agradarte a ti mismo siendo agradable a tus oponentes.
OTROS SANTOS: Alejandro, Isacio, obispos; Pánfilo, Eusebio, mártires; Ifigenia, virgen: Jonás, confesor