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domingo, 26 de septiembre de 2010

SANTOS COSME Y DAMIÁN

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Cuando el papa Félix IV (526-530) tomó la audaz iniciativa de introducir el culto cristiano en pleno Foro romano - transformando en templo un antiguo edificio - creyó que no podía hacer cosa mejor para que su decisión resultara popular que dedicar la nueva basílica a los Santos Cosme y Damián, cuyo culto se había extendido por todas las riberas mediterráneas. ¿Hay, por lo demás, alguna otra noticia acerca de estos dos mártires de Cyro, junto al Alepo?.
Nada, fuera de sus nombres y del fervor del culto que los rodea. Hasta tal punto florecían los milagros sobre sus tumbas que su leyenda nos los presenta como médicos, que desempeñaban su profesión gratuitamente. Para quien peregrina a Roma, permanecen en el recuerdo, gracias al mosaico absidial de su basílica, como las dos admirables figuras que ofrecen, bajo Pedro y Pablo, sus coronas a Cristo que se adentra por un camino de gloria; los mediadores de gracia, en los que el pueblo puede depositar siempre su esperanza - spes salutis - como reza la inscripción del siglo VI. Dentro del formulario de la Misa, llama la atención la oración sobre las ofrendas, que es propia de los Santos Cosme y Damián: hace hincapié en la relación que media entre el martirio cristiano y el sacrificio de Cristo, el «testigo fiel» (Ap 1, 5): «Te ofrecemos, Señor, el mismo sacrificio de la Cruz, fundamento y modelo de todo martirio».
Algunos santos han sido venerados durante casi toda la historia de la cristiandad, pese a que prácticamente no se conozca nada acerca de ellos. Cosme y Damián son dos de esos misteriosos héroes de la fe. Lo único que sabemos de seguro es que sus nombres están registrados en la Oración Eucarística de la Misa. La leyenda, sin embargo, sostiene que fueron hermanos gemelos que practicaron la medicina en Siria. Médicos competentes, fueron llamados los desadinerados, pues no cobraban por sus servicios. Quizá ese simple milagro sea suficiente para mantener su recuerdo durante más de seiscientos años.
Si tienes un talento o habilidad Particular, ¿alguna vez lo regalas, 0 siempre esperas ser pagado por tus servicios? A veces perdemos de vista el hecho de que nuestros talentos y habilidades nos han sido dados no para acumular tesoros terrenales, sino para bien de toda la humanidad.
Pero trabajé duro para tener lo que tengo, podrías objetar, y creer que mereces ser pagado por tu trabajo. Eso es cierto y nadie, ni siquiera los santos, diría que has de regalarlo todo. Pero dar no es una obligación es un modo de decir gracias por todo lo que tienes. Como dice el evangelio de Mateo: «Libremente recibisteis, libremente dad» (Mateo 10:8). Cuando damos, no sólo bendecimos a los demás, sino que también reconocemos el hecho de que nosotros hemos sido bendecidos.

OTROS SANTOS: Elzeario de Sabrán y Beata Delfina, esposos; Ketilo, Amancio, presbíteros; Orencio, Eusebio, Vigilio, obispos; Calistrato, mártir; Senador, confesor; Nilo, abad; María Victoria, fundadora; Beato Gaspar Stanggssinger