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sábado, 11 de septiembre de 2010

SAN PAFNUTIO ¿350?

pafnution.jpg (25192 bytes)Llevaron este nombre diversos anacoretas de Egipto, de los que en la soledad vivían tan sólo de agua, pan, sal y hierbas cocidas, pero el más célebre fue un discípulo de san Antonio a quien se atribuye la conversión de la cortesana Tais.
Aparte de este episodio, tal vez de turbia historicidad, de Pafnucio se saben con certeza otras muchas cosas, como por ejemplo que tuvo que abandonar su vida solitaria al ser nombrado obispo de la Tebaida superior, y que durante una persecución - la de Maximino o la de Galerio - fue objeto de tales torturas que perdió un ojo y resultó con una pierna mutilada.
Estos padecimientos por la fe explican que se le tratara con especial deferencia en el primer concilio de Nicea (325), el que condenó a los arrianos, y durante el cual se dice que el emperador Constantino se honraba en besar la órbita vacía del santo. Se sabe también que diez años después también participó en el concilio de Tiro.
En Nicea el hombre que venía de las ascesis más dura del desierto y el que podía mostrar sus cicatrices de defensor de la fe, manifestó criterios más equilibrados y abiertos que otros muchos padres conciliares que ni habían sido monjes en la Tebaida ni habían sufrido en sus carnes la persecución.
Algunos trataban de imponer a los obispos, sacerdotes y diáconos que estaban casados la obligación de separarse de sus esposas, pero san Pafnucio se opuso a tal proposición, muy rigorista según los usos de la época, y abogó porque se mantuviera la disciplina existente hasta entonces, que prohibía contraer matrimonio después de la ordenación.
Perder la visión física es una tragedia, pero perder la visión espiritual es aún peor. Cuando somos espiritualmente ciegos, no podemos ver la verdad, incluso cuando nos es presentada. Más específicamente, cuando somos ciegos espiritualmente, no podemos ver la verdad acerca de nosotros mismos. Podemos exagerar nuestras faltas, o sobrestimar nuestras virtudes. Ambas partes de la visión son esenciales. Aunque sea importante subrayar nuestras buenas cualidades, los santos indican que es igualmente importante reconocer nuestras cualidades no tan excelentes.
En este momento del año, en que las hojas están cambiando de color y el círculo de las estaciones está próximo a cerrarse, hagamos inventario mental de nuestras vidas. Consideremos las cosas que hemos logrado, pero no olvidemos examinar nuestros defectos. Hagamos una consideración valiente de esos momentos en los que no hemos vivido a la altura de nuestro potencial. Reconozcamos tanto nuestros vicios como nuestras virtudes, jurando eliminar los primeros y cultivar las últimas.
SANTA TEODORA  (¿siglo V.?)
teodora.jpg (11989 bytes)Otra figura de santidad con no pocas incertidumbres históricas, y anticipémonos a decir que el relato suena más a novela ejemplar que a episodio vivido. En cualquier caso, un tema infrecuente en la hagiografía, el adulterio. Las santas que contraen matrimonio suelen ser de una virtud incorruptible, y aquí se nos cuenta la caída de una mujer casada.
En su ciudad natal de Alejandría de Egipto, Teodora era una dama irreprochable de costumbres hasta que la tentó con su pasión un joven que al no conseguir sus propósitos recurrió a "una vieja hechicera endiablada que con sus falsas razones la engañó y pervirtió para que consintiese".
Después del pecado quedó tan triste y afligida que sólo pensó en hacer penitencia, se vistió de hombre y se fue un monasterio donde suplicó al abad que la admitiese para purgar sus culpas. Allí, con el nombre de Teodoro, admiró a todos por el rigor de sus mortificaciones.
La moza de una posada acusó al falso monje de ser padre del hijo que había tenido con un viajero, Teodora no quiso negarlo y el abad la echó del monasterio con el niño, que ella crió en las soledades con leche de ovejas mientras el sol hacía su cuerpo «tan requemado que parecía un negro de Etiopía».
Siete años después se la volvió a admitir, aunque sin permiso para salir de su celda, allí murió la penitente; entonces, ante el estupor general se descubrió su verdadera condición. El niño que ella crió llegó a ser con el tiempo abad del mismo monasterio.
SAN PACIENTE   S. V
paciente.jpg (11281 bytes)Obispo de Lyon conforta, y defiende a los cristianos de las Galias en las perturbaciones bélicas e ideológicas del siglo V.
Frente al paganismo y las herejías, difunde el evangelio a base de predicación y gana los corazones a fuerza de bondad.
De él escribe San Sidonio Apolinar: "Poseía todas las virtudes apostólicas.. No se podría saber que era en lo más admirable, si su celo por la gloria de Dios, o su caridad para con los pobres...
Muerto el año 480 en Lyon, la Galia celebró su fiesta este mismo día en que Roma recordaba a sus mártires del siglo III, Proto y Jacinto.

OTROS SANTOS: Nª. Sª. de la Cueva Santa; Proto, Jacinto, hermanos, Vicente, abad, Diodoro Diomedes, Dídimo, mártires; Emiliano, confesores; Vicente, Ramiro y compañeros mártires; Félix y Régula, mártires; Beato Buenaventura Gran, religioso; beato Tomás del Espíritu Santo, religioso; Beato Juan Gabriel Perboyre, mártir.